lunes, 15 de octubre de 2007

CAPERUCITA ROJA


n un bosque muy lejano, vivía una alegre y bonita niña a la que todos querían mucho. Para su cumpleaños, su mamá le preparó una gran fiesta. Con sus amigos, la niña jugó, bailó, sopló las velitas, comió tarta y caramelos. Y como era buena, recibió un montón de regalos. Pero su abuela tenía una sorpresa: le regaló una capa roja de la que la niña jamás se separó. Todos los días salía vestida con la caperuza. Y desde entonces, todos la llamaban de Caperucita Roja.
Un día su mamá le llamó y le dijo:
- Caperucita, mañana quiero que vayas a visitar a la abuela porque está enferma. Llévale esta cesta con frutas, pasteles, y una botella de vino dulce.
A la mañana siguiente, Caperucita se levantó muy temprano, se puso su capa y se despidió de su mamá que le dijo:
- Hija, ten mucho cuidado. No cruces el bosque ni hables con desconocidos.
Pero Caperucita no hizo caso a su mamá. Y como creía que no había peligros, decidió cruzar el bosque para llegar mas temprano. Siguió feliz por el camino. Cantando y saludando a todos los animalitos que cruzaban su camino. Pero lo que ella no sabía es que escondido detrás de los árboles, se encontraba el lobo que la seguía y observaba.
De repente, el lobo la alcanzó y le dijo:
- ¡Hola Caperucita!
- ¡Hola señor lobo!
- ¿A dónde vas así tan guapa y con tanta prisa?
- Voy a visitar a mi abuela, que está enferma, y a la que llevo frutas, pasteles, y una botella de vino dulce.
- ¿Y adonde vive su abuelita?
- Vive del otro lado del bosque. Y ahora tengo que irme sino no llegaré hoy. Adiós señor lobo.
El lobo salió disparado. Corrió todo lo que pudo hasta llegar a la casa de la abuela. Llamó a la puerta.
- ¿Quién es? Preguntó la abuelita.
Y el lobo, imitando la voz de la niña le dijo:
- Soy yo, Caperucita.
La abuela abrió la puerta y no tubo tiempo de reaccionar. El lobo entró y se la tragó de un solo bocado. Se puso el gorrito de dormir de la abuela y se metió en la su cama para esperar a Caperucita.
Caperucita, después de recoger algunas flores del campo para la abuela, finalmente llegó a la casa. Llamó a la puerta y una voz le dijo que entrara.
Cuando Caperucita entró y se acercó a la cama notó que la abuela estaba muy cambiada. Y preguntó:
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
Y el lobo, imitando la voz de la abuela, contestó:
- Son para verte mejor.
- Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor.
- Abuelita, ¡qué nariz más grande tienes!
- Son para olerte mejor.
Y ya asustada, siguió preguntando:
- Pero abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!
- ¡Son para comerte mejor!
Y el lobo saltando sobre caperucita, se la comió también de un bocado.
El lobo, con la tripa totalmente llena acabó durmiéndose en la cama de abuela. Caperucita y su abuelita empezaron a dar gritos de auxilio desde dentro de la barriga del lobo. Los gritos fueron oídos por un leñador que pasaba por allí y se acercó para ver lo que pasaba. Cuando entró en la casa y percibió todo lo que había sucedido, abrió la barriga del lobo, salvando la vida de Caperucita y de la abuela. Después, llenó piedras a la barriga del lobo y la cosió. Cuando el lobo se despertó sentía mucha sed. Y se fue a un pozo a beber agua. Pero al agacharse la tripa le pesó y el lobo acabó cayendo dentro del pozo del que jamás consiguió salirse. Y así, todos pudieron vivir libres de preocupaciones en el bosque. Y Caperucita prometió a su mamá que jamás volvería a desobedecerla.
Moraleja: Nunca desobedezcas a tus padres. Ellos saben qué es mejor para tí.

BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS


n un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se llamaba Blancanieves. Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer muy mala y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más hermosa del reino. Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino, al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía.

El tiempo fue pasando hasta que un día el espejo mágico contestó que la más bella del reino era Blancanieves. La reina, llena de furia y de rabia, ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la matara. Y cómo prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a Blancanieves al bosque pero cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara para muy lejos del castillo, llevando en el cofre el corazón de un jabalí.

Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo que pasar la noche andando por la oscuridad del bosque. Al amanecer, descubrió una preciosa casita. Entró sin pensarlo dos veces. Los muebles y objetos de la casita eran pequeñísimos. Había siete platitos en la mesa, siete vasitos, y siete camitas en la alcoba, dónde Blancanieves, después de juntarlas, se acostó quedando profundamente dormida durante todo el día.

Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en unas minas. Se quedaron admirados al descubrir a Blancanieves. Ella les contó toda su triste historia y los enanitos la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con ellos. Eran felices.

Mientras tanto, en el castillo, la reina se puso otra vez muy furiosa al descubrir, a través de su espejo mágico, que Blancanieves todavía vivía y que aún era la más bella del reino. Furiosa y vengativa, la cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque. Allí, cuando Blancanieves estaba sola, la malvada se acercó y haciéndose pasar por buena ofreció a la niña una manzana envenenada. Cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada, para felicidad de la reina mala.

Por la tarde, cuando los enanitos volvieron del trabajo, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que estaba muerta. Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves.
Unos días después, apareció por allí un príncipe a lomos de un caballo. Y nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella. Al despedirse y besándola en la mejilla, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir felices.

Moraleja: Nunca te fíes de personas extrañas.

lunes, 8 de octubre de 2007

EL PATITO FEO



ste cuento no es un cuento, es una curiosa y verídica historia de patas, patos y pequeños patitos que felices vivían en una granja. Pero un día... hace mucho, mucho tiempo, en la granja vivía una linda pata que puso unos hermosos huevecitos de los que salieron unos rubios patitos... pero hubo uno que nació con un extraño color oscuro que era muy bueno y simpático, aunque no opinaban lo mismo su madre pata y sus hermanitos.
Fue entonces cuando sus hermanos los patitos, avergonzados del Patito Feo lo echaron del grupo y apenado se tuvo que marchar solo hacia el bosque en busca de un nuevo hogar.
Los animales salvajes lo miraban asombrados y le rechazaban por su extraño color, pues nunca habían visto un patito de un color tan oscuro y raro. Y, a veces, ya se sabe que la ignorancia produce rechazo a primera vista...
Llegó el invierno, hacía frío y empezó a nevar. Todo triste se preguntaba el Patito Feo:
- ¿a dónde iré con este frío?
Pero, se cruzó con una ancianita que lo recogió con cariño y se lo llevó a su casa. Al principio, todo iba muy bien, pero con el tiempo el patito se hizo mayor, y era muy grande para tenerlo en casa, y como no ponía huevos, pues la viejecita, cansada, lo echó de su casa.
Al principio, se puso triste, pero cuando pensó en ser libre, se alegró enormemente. Pero... su alegría duró poco. Volviendo a vagar por el bosque se encontró con un gran lago en el cual había unos hermosos y blancos cisnes. Asustado y temiendo ser rechazado otra vez, se escondió entre unos arbustos en una orilla y viéndose reflejado en el agua pensó que aunque tenía un color diferente y raro, él también era grande y fuerte como los hermosos cisnes. No lo pensó más y se echó a nadar con ellos. Cuál fue su sorpresa, cuando fue admitido en el grupo como uno más. Ahora todos echaron a volar alegres y felices.
Al pasar por su antigua granja, unos patos desaliñados exclamaban desde el suelo:
- Quien pudiera ser como ese hermoso cisne oscuro y poder volar por los cielos.


Moraleja: No juzgues a las personas por su aspecto, hazlo por sus hechos.

domingo, 7 de octubre de 2007


"Mi Biblioteca" es un espacio dedicado a cuentos e historietas, de ayer y de hoy. En ella encontrarás cuentos tradicionales como Caperucita Roja, Blancanieves y los Siete Enanitos, El Soldadito de Plomo, El Gato con Botas, El Flautista de Hamelin, El Patito Feo, La Bella Durmiente, Los Tres Cerditos,...